A través de la experiencia, he notado que los planetas en astrología nos muestran algo que muchas veces pasamos por alto. Cada planeta puede traducirse como una fuerza arquetípica que expresa las cualidades del signo por el que está transitando y que afecta el área de vida que corresponde a la casa en donde se encuentra. Tanto si se trata de planetas personales, sociales o transpersonales, sus energías pueden manifestarse a través de eventos colectivos, instituciones o seres individuales entre otras cosas, que se aparecen en nuestras vidas.
Si bien estas experiencias son reales, nuestra interpretación de ellas es subjetiva. Para nuestro consciente, la realidad es una manifestación onírica de nuestro inconsciente. Como lo menciona El Curso en Milagros, “nada de lo que observamos tiene significado”, el significado se lo damos nosotros mismos.
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Nuestra percepción filtra la información que recibe de acuerdo a nuestras preferencias personales, creencias, estado anímico, etc. Incluso se encuentra condicionada por la temperatura ambiental, si hemos cenado o no, si hemos dormido bien… Además, debemos incluir a las impresiones emocionales que están almacenadas en nuestra memoria inconsciente, las cuales juegan una parte fundamental en la relación que tenemos con el presente. De alguna manera, nuestra percepción de la realidad es un ensueño. Cuanto menos conscientes somos de ello, más a merced de lo externo nos sentimos, sin saber que somos nosotros mismos los que creamos el libreto de la historia.
La astrología nos ayuda a poder identificar a las fuerzas arquetípicas con las que nos encontramos en nuestra vida diaria. Nuestra carta natal nos muestra nuestra relación con ellas. Los planetas, por signo y posición, describen cualidades que están a nuestra disposición y que podemos “encarnar” fácilmente, ya que forman parte de nuestro ser esencial. Ellos describen nuestro potencial, consciente y/o inconsciente.
Entender las energías arquetípicas de los planetas nos ayuda a entender la realidad de manera objetiva. Encarnar las cualidades del signo en donde se encuentran el día de nuestro nacimiento nos permite sacarle el jugo a un potencial que nos pertenece por derecho propio. Estudiar los aspectos entre ellos nos permite entender el porqué de los desafíos que se presentan en nuestras vidas.
La astrología no nos dice quienes somos, más bien describe o refleja la forma que nuestro ser a tomado al ingresar a la realidad terrestre. Nos muestra las herramientas con las que contamos, los potenciales, los desafíos y la intención evolutiva tanto de nuestro ser como de nuestra generación. Lo que hagamos con esta información es nuestra desición.
Cómo Los Planetas Reflejan Nuestra Inconsciente
Si bien nosotros podemos comunicarnos con nuestro inconsciente de forma consciente, nuestro inconsciente no puede comunicarse con nosotros por sí mismo, salvo a través las manifestaciones en nuestra realidad. Nuestro Ser completo tiene un poder creador inconcebible y es capaz de crear situaciones en el 3D que son básicamente mensajes para nuestra mente consciente.
Nuestra carta natal es un mapa que puede ayudarnos a interpretar el mundo onírico de nuestro inconsciente cuando se manifiesta en la realidad del 3D. Por supuesto, los símbolos varían según nuestra cultura, educación, situación social, etc.
Otra manera de conocer el lenguaje de nuestro inconsciente es a través de los viajes chamánicos. El chamanismo nos permite viajar hacia nuestro mundo inconsciente y observar a los «monstruos» que lo habitan. Generalmente nuestro inconsciente está plagado de impresiones emocionales infantiles que aún esperan ser re-educadas por el Yo del presente, más adulto, más sabio… y el único que sabe realmente quienes somos y qué es lo que necesitamos. Allí también habitan creencias que hemos adquirido de aquellos que nos educaron: nuestros padres, abuelos, hermanos, maestros, compañeros de escuela, la televisión, etc. Toda esta información es como un «huevo» de aclimatación terrestre en donde vamos creciendo, y ahí nos quedaremos hasta que nos hagamos por primera vez la pregunta «quién soy». Así comienza el proceso de «segundo nacimiento». A medida que vamos liberándonos de las creencias que hemos adquirido de otros y vamos educando a nuestro cuerpo emocional de acuerdo a nuestras necesidades únicas y personales, vamos rompiendo ese huevo desde adentro, enfrentandonos una vez más a lo desconocido: el verdadero Yo.
Si bien este tema merece una explicación extendida por cada planeta, aquí doy una breve reseña de cómo se manifiestan los arquetipos planetarios desde la simbología del inconsciente.
- El Sol: el modelo a seguir masculino.
- La Luna: el modelo a seguir femenino.
- Mercurio: la comunicación- el chisme.
- Venus: lo bello – lo vano.
- Marte: el héroe – el bully.
- Jupiter: el sabio – el arrogante.
- Saturno: la autoridad – el rigor.
- Urano: el cambio – el caos.
- Neptuno: la compasión – la ilusión.
- Plutón: el poder – el control.
- Quirón: el sanador – el dolor.
Nuestro inconsciente nos hará acercar en individuos que representen a estos arquetipos de acuerdo a la definición personal que tengamos de cada uno de ellos. Los encontraremos tanto en sus aspectos positivos como negativos. En realidad estos aspectos no son más que cualidades personales que aún no hemos concientizado como parte de nosotros mismos. Muchas veces no podemos creer que esto sea verdad, pero si realmente meditamos sobre aquellos que admiramos o aquellos que detestamos, encontraremos que, si nos atrevemos a mirarnos con total honestidad, muchas de esas cualidades positivas son potenciales que no nos atrevemos a desarrollar. También veremos que los «defectos» que observamos en los demás se parecen a partes nuestras que no queremos ver.
La carta natal indica en donde se manifestarán estos arquetipos. Por ejemplo, si tenemos a Saturno en la Casa 9, podemos encontrarnos con individuos que de alguna manera representan el arquetipo de «responsabilidad moral» que se encuentra dentro de nuestro inconsciente.
Los aspectos astrológicos darán más información sobre como se manifestarán nuestro mundo onírico en la realidad cotidiana, al menos hasta que nos hayamos liberado de nuestros «monstruos» o «santos» interiores y comencemos a ver a la realidad como una manifestación neutra que sólo provee información objetiva. Una vez que lo hacemos, podemos usar nuestra renovada perspectiva para actuar con el fin de crear el mundo en el que preferimos vivir.